Traducido por José F. Ramírez
- Cuando crezca voy a ser programador
Pregunta a cualquier joven de Belarús qué quiere ser de mayor. Probablemente, la respuesta más habitual es “ingeniero informático”, justamente como su hermano o hermana mayor. La popularidad de esta profesión ha aumentado en gran medida en pocos años. Sin embargo, todo recobra sentido si miramos al pasado, al futuro y al presente.
El pasado revela que los ingenieros informáticos han corrido por las venas del país durante mucho tiempo. Durante el periodo de la Unión Soviética, Belarús fue considerada una Silicon Valley, ya que solía fabricar alrededor del 50% de los ordenadores y hardware en general de la URSS. Desde la década de los sesenta, Belarús llegó a ser un núcleo de desarrollo de programas informáticos. ¡Además es responsable de acuñar el término “programmnoe obespechenie” (o “software” en idioma ruso)!
Un buen montón de chicos inteligentes (y un número menor de chicas) muy buenos en matemáticas e informática del boom de la primera década del siglo XXI, rápidamente aprendieron cómo hacer su camino en el mundo de los ordenadores, la tecnología y los lenguajes de programación durante el colegio. Les vino como algo natural, casi como si fuese un juego de ajedrez: resolver problemas interesantes sobre la marcha. No os sorprenderá cuando digamos que World of Tanks y Viber han sido brillantes inventos bielorrusos, y que en el interior de cada programador hay una esperanza oculta por la que quizás, y sólo quizás, desarrolle un concepto igual de ingenioso.
El futuro nos dice que el sector de la informática avanzará cada vez más lejos por un par de buenas razones: ¡la primera es que puedes hacerte rico! Solamente por saber de programación los veinteañeros pueden llegar a ganar el doble o incluso el triple que sus padres, que rondan los cincuenta y tantos años, con más experiencia y aún activos en el mercado laboral. La segunda razón viene con los viajes y pagos extranjeros de la profesión, un bonus muy atractivo para casi todo el mundo.
La imagen actual de Belarús nos muestra un auténtico EJERCITO de ingenieros informáticos: algunos que trabajan por el alto salario, otros para exportarse a sí mismos como freelancers, y un montón más mudándose a otros países por sueldos más altos y mejores trabajos. Ser o no ser un programador: eso es casi pan comido para el bielorruso genio de las matemáticas común.
¿Qué piensas de todo esto? ¿Sientes que todo el mundo a tu alrededor es programador?
¡Compartid vuestras impresiones con nosotros!
El pasado revela que los ingenieros informáticos han corrido por las venas del país durante mucho tiempo. Durante el periodo de la Unión Soviética, Belarús fue considerada una Silicon Valley, ya que solía fabricar alrededor del 50% de los ordenadores y hardware en general de la URSS. Desde la década de los sesenta, Belarús llegó a ser un núcleo de desarrollo de programas informáticos. ¡Además es responsable de acuñar el término “programmnoe obespechenie” (o “software” en idioma ruso)!
Un buen montón de chicos inteligentes (y un número menor de chicas) muy buenos en matemáticas e informática del boom de la primera década del siglo XXI, rápidamente aprendieron cómo hacer su camino en el mundo de los ordenadores, la tecnología y los lenguajes de programación durante el colegio. Les vino como algo natural, casi como si fuese un juego de ajedrez: resolver problemas interesantes sobre la marcha. No os sorprenderá cuando digamos que World of Tanks y Viber han sido brillantes inventos bielorrusos, y que en el interior de cada programador hay una esperanza oculta por la que quizás, y sólo quizás, desarrolle un concepto igual de ingenioso.
El futuro nos dice que el sector de la informática avanzará cada vez más lejos por un par de buenas razones: ¡la primera es que puedes hacerte rico! Solamente por saber de programación los veinteañeros pueden llegar a ganar el doble o incluso el triple que sus padres, que rondan los cincuenta y tantos años, con más experiencia y aún activos en el mercado laboral. La segunda razón viene con los viajes y pagos extranjeros de la profesión, un bonus muy atractivo para casi todo el mundo.
La imagen actual de Belarús nos muestra un auténtico EJERCITO de ingenieros informáticos: algunos que trabajan por el alto salario, otros para exportarse a sí mismos como freelancers, y un montón más mudándose a otros países por sueldos más altos y mejores trabajos. Ser o no ser un programador: eso es casi pan comido para el bielorruso genio de las matemáticas común.
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