Traducido por Iryna Palubok
Como te puedes imaginar, a los bielorrusos les gusta pasar tiempo en buena compañía. Y te van a asegurar que el mejor lugar para descansar, cultivar verduras y frutas y compartir tiempo con amigos y familiares en una sauna es la dacha. La palabra “dacha” se usa para describir una casita de madera fuera de la ciudad más unas hectáreas de terreno alrededor, donde muchos pueden pasar tiempo sin mirar el reloj.
Si de repente te encuentras en Minsk un caluroso viernes de verano, vas a notar una multitud de coches que están abandonando la ciudad. Es el comienzo del gran éxodo a la dacha. Muchos ciudadanos, sobre todo los jubilados, dejan sus pisos para disfrutar de un maravilloso verano en su dacha y volver (como mínimo) a mediados de septiembre. Los familiares que por alguna razón tienen que quedarse en la ciudad visitan a menudo a sus padres y abuelos para ayudar con la huerta. A cambio, reciben un excelente descanso que incluye barbacoa, sauna y frutas frescas de su jardín.
Te sorprenderá la cantidad de vegetales y frutas que los bielorrusos tienen en sus huertas. No son solo PATATAS, sino también manzanas, peras, frambuesas, cerezas, fresas, lechugas, cebollas, ajos, zanahorias, tomates, pepinos, calabacines… Y si alguien no tiene manzanos en su terreno, no importa, siempre se puede pedir unas manzanas riquísimas al vecino a cambio de un puñado de frambuesas.
El lugar más privilegiado de la dacha es la “banya” (sauna típica de Belarús – traduc.). Normalmente se encuentra en el terreno de la dacha aunque, por supuesto, no todas las dachas tienen este privilegio. De hecho, en las ciudades hay un montón de banyas, en las que podréis probar esta manera de relajarse.
En realidad, es una experiencia única. Una vez que lo intentes, nunca más vas a querer bañarte de otra forma. El rito especial de la banya bielorrusa es azotar el banquillo con un “venik”. Cuando llega tu turno tenéis que acostaros encima de un banquillo. Una vez hecho, te van a azotar con un “venik”, un manojo de ramitas con hojas secas. Eso puede dar una impresión de ser algo infernal, pero en realidad permite relajarse y quitar el estrés. Después de echar un poco de agua encima, bebe una cerveza y desea a tu amigo o familiar “Z lyohkay paray” (“que sea leve el vapor”).
¡A pesar de las condiciones espartanas en la dacha (noches frías y falta de agua corriente) convéncete de que vas a tener una experiencia social bonita, tranquilizante y agradable y os quedaréis con ganas de volver a tenerla una y otra vez!
Si de repente te encuentras en Minsk un caluroso viernes de verano, vas a notar una multitud de coches que están abandonando la ciudad. Es el comienzo del gran éxodo a la dacha. Muchos ciudadanos, sobre todo los jubilados, dejan sus pisos para disfrutar de un maravilloso verano en su dacha y volver (como mínimo) a mediados de septiembre. Los familiares que por alguna razón tienen que quedarse en la ciudad visitan a menudo a sus padres y abuelos para ayudar con la huerta. A cambio, reciben un excelente descanso que incluye barbacoa, sauna y frutas frescas de su jardín.
Te sorprenderá la cantidad de vegetales y frutas que los bielorrusos tienen en sus huertas. No son solo PATATAS, sino también manzanas, peras, frambuesas, cerezas, fresas, lechugas, cebollas, ajos, zanahorias, tomates, pepinos, calabacines… Y si alguien no tiene manzanos en su terreno, no importa, siempre se puede pedir unas manzanas riquísimas al vecino a cambio de un puñado de frambuesas.
El lugar más privilegiado de la dacha es la “banya” (sauna típica de Belarús – traduc.). Normalmente se encuentra en el terreno de la dacha aunque, por supuesto, no todas las dachas tienen este privilegio. De hecho, en las ciudades hay un montón de banyas, en las que podréis probar esta manera de relajarse.
En realidad, es una experiencia única. Una vez que lo intentes, nunca más vas a querer bañarte de otra forma. El rito especial de la banya bielorrusa es azotar el banquillo con un “venik”. Cuando llega tu turno tenéis que acostaros encima de un banquillo. Una vez hecho, te van a azotar con un “venik”, un manojo de ramitas con hojas secas. Eso puede dar una impresión de ser algo infernal, pero en realidad permite relajarse y quitar el estrés. Después de echar un poco de agua encima, bebe una cerveza y desea a tu amigo o familiar “Z lyohkay paray” (“que sea leve el vapor”).
¡A pesar de las condiciones espartanas en la dacha (noches frías y falta de agua corriente) convéncete de que vas a tener una experiencia social bonita, tranquilizante y agradable y os quedaréis con ganas de volver a tenerla una y otra vez!